Oreja de peso para Ginés Marín en San Isidro
El extremeño paseó una oreja tras una faena de extraordinario pulso y empaque
Estaba la tarde ya metida en el abismo cuando Ginés Marín se dispuso a brindar al centro del ruedo la faena del sexto. Incluso, se llegaron a escuchar unos pitos de aquellos que entendían que ante ese toro pocas eran las opciones de hacer faena. No eran minoría las cabezas por las que se pasó la misma idea. En casi todas, menos en la de Ginés Marín, que dejó una faena de torero cuajado. De esas de marcar el sitio y la distancia con el medio toro. Actuación solo para mentes que tienen la capacidad y la clarividencia de aprovechar cualquier resquicio de embestida. Y con la sensación, tras pasear una oreja de peso contra todo pronóstico, de que sólo hace falta que le embista un toro, para volver a acabar con el cuadro en Las Ventas.
Muy serio fue el sexto, como toda la corrida, que enfundó respeto por su expresión y una musculatura muy desarrollada. No se empleó en los primeros tercios y llegó a la muleta con más síntomas negativos que positivos. Nada halagüeñas resultaron las embestidas hasta que Ginés Marín con enorme capacidad dejó un inicio de faena en los terrenos del seis con gran facilidad y variedad. Un molinete, un cambio de mano y un pase de pecho de pitón a rabo para dejar al toro más allá del tercio. Apretaba también el viento en una primera parte de la faena de coger distancia y ritmo al toro, que perdía las manos a partir del tercer muletazo.
Tuvo el cuatreño de ‘Linejo’ el movimiento propio de un toro bien preparado, pero sin la raza, la clase y la entrega necesaria para embestir de verdad. Y al no tener eso, sí que tuvo fondo en esas inercias.
Siempre en media distancia, sin atosigar al toro, fue poco a poco Ginés Marín bajando la mano en una faena de estructura perfecta para aprovechar cada arrancada. Con el toro costándole mucho, no tuvo más remedio que coger la muleta del extremeño. Siempre asentado y con trazo largo, subió la faena el tono sobre la diestra. En una serie de todo o nada, de la que salió el toro afligido -le costó ya incluso pasar en los dos últimos-. Ese punto de inflexión llamó la atención del público, que había visto con ojos de intervalo hasta el momento el trasteo en prejuicio de una falta de lucimiento, que sólo la madurez de Ginés Marín fue capaz de dar la vuelta. Con el toro ya con menos inercia, plasmó el extremeño los muletazos de uno en uno, buscando siempre la colocación de frente antes del embroque y la media distancia. Se inventó la faena con medio toro. De los más macizo del serial. La estocada con la que puso rúbrica fue para ponerla en las escuelas: en corto y por derecho, entrando con una enorme despaciosidad y haciendo la cruz. De premio. La oreja fue rotunda. El tercero estuvo tan escaso en su condición que solo duró una tanda y no permitió a Ginés Marín nada. También le mató de una gran estocada.
Vía: Mundotoro
Resultado artístico
primer toro
sin opciones
segundo toro
oreja
La tarde en imágenes
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