El extremeño cuajó una faena templada y con torería para obtener una oreja y al final llevarse el reconocimiento por la faena del festejo.
Se reencontró en la Monumental de Morelia con la embestida del toro mexicano, ha paladeado las cualidades del temple por lo que disfrutó en lo personal y convenció en lo general al público que gozó con sus procederes, en especial ante el quinto, ya que el segundo no le brindó facilidades y el torero resolvió con experiencia y dignidad.
Esa faena importante en fondo y forma al segundo de su lote, un precioso berrendo en cárdeno, inició con una serie de ceñidas chicuelinas. El toreo con despaciosidad marcó toda su labor artística. Las tandas de arte se sucedieron cuando toreó con la muleta en la mano derecha y luego vinieron los naturales de privilegio, hasta que se dio el lujo de realizar muletazos mirando al tendido, con reposo. Señaló un pinchazo y luego una estocada para ser premiado con una merecida oreja.