Ginés Marín, triunfo en Vistalegre ante una deslucida corrida de El Pilar
El extremeño puso el toreo en un inicio poco lucido de Vistalegre, cortó una importante oreja al descastado cierraplaza.
Cinco son los días que ha durado la resaca de la gran tarde de Ginés Marín en Leganés. Suena repetitivo volver a decir que Vistalegre no es Las Ventas y, sin embargo, el gaditano no dudó que pese a todo, en este mayo todo se quedará en Madrid. Ginés aleteaba las piernas mientras sonaba el Himno Nacional tras el paseíllo. Poco le duró la casta al negro y astifino tercero que se quedó en el caballo. El joven nos quiso convencer de haber visto un toro más bueno de lo que fue, por su verdad, su entrega y esa firmeza de plantas dando el pecho constantemente, delante de un toro de estilo cambiante: tan pronto se aburría como se arrancaba de arrebato a la provocación del engaño. Más no se podía hacer.
Pasaban dos minutos de las nueve de la noche cuando tocaban a arrebato en Vistalegre. El campanero de Jerez, el niño rubio adoptivo de Extremadura, salía capote en mano a por el sexto. El capote. Esa herramienta imprescindible para Ginés con la que prende la candela de las faenas. Saludó al colorado a la verónica, hilvanadas acto seguido por dos chicuelinas y otro par de remates a una mano que hicieron resonar la cubierta del Palacio por primera vez en toda la tarde. Se le picó poco por si acaso, visto lo visto con los cinco anteriores, pero esta vez quizá fuera necesaria cuando el de El Pilar le empezó a levantar la cara en los primeros compases por el derecho. Por el contrario el toro seguía desagradeciendo los toques, desconfiado y sin ningún ánimo por terminar de definirse. Pues nunca fue metido en la muleta y no por eso se amedrentó su matador, con pleno convencimiento robándole naturales y una comprometidísima última serie a diestras que arrancó dos ovaciones, su coraje y a la banda de música, inédita hasta entonces en las faenas anteriores. Ginés sólo buscó dar las ventajas a un toro de medio viaje y la meta incansable de hacerlo menos malo con un oficio deslumbrante de registros. La estocada en toda la yema fue el pasaporte para cortar un oreja de tesón, creer, creer y volver a creer. Ojo con Ginés.
Resultado artístico
primer toro
ovación
segundo toro
oreja