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Ginés Marín: Equilibrio y talento

“El prefiero torear con aquel otro lo hacen todos los que tienen fuerza para hacerlo y no te voy a decir que si yo tuviese esa fuerza no lo haría porque seguramente… Uno es figura del toreo para tener la potestad de decir qué torea, cuándo torea y con quién torea”, asegura el torero extremeño en una amplia y sincera entrevista

Triunfador en Sevilla (objetivo intensamente deseado), triunfador en Madrid (meta conquistada con reiteración, dos puertas grandes y un mazo de excelentes faenas le acompañan), la mejor espada del momento o eso se dice con insistencia y no pocos argumentos; un clásico reconocido; me atrevería a decir que también un resiliente en las escaramuzas de despachos, el tipo que aguanta (firme y clarividente) en la arena y en la moqueta… Carácter, momento, edad… buen torero, si hay que apostar apuesto, gran torero.

Le encontré preparando Madrid y quedamos para esta entrevista. Lo hacía con la ilusión lógica que genera una feria de esa importancia, pero también con los nervios y la preocupación que provoca Madrid. Horas después llegarían los frutos con una faena levantada a pulso desde la desolación de una tarde que solo invitaba al pesimismo, pero hay fes que pueden llegar a mover montañas tan enormes como Las Ventas. La fórmula la tiene muy consolidada, campo y mente, cuerpo afinado y mente clara, y si hay que elegir entre una cosa y otra “no desatiendo nada, pero si hay que poner en valor una parte me quedo con la mente”, asegura antes de puntualizar y rescatar experiencias anteriores…

-Muchas veces nos encontramos muy preparados física y técnicamente, y cuando llega el día importante la mente falla y toda la preparación que traes se va al traste.

Y puntualiza sobre qué es la preparación mental que él la lleva más allá de la confabulación íntima para asumir lo peor… Te mentalizas, le planteo, y vas a la plaza dispuesto a lo que sea.

-No exactamente, no solo es ir caliente, no basta con ir dispuesto a arrimarte y cruzar las líneas, es más que eso, también hay que ir preparado para templarte y pensar delante del toro. Te debes preparar para ser capaz de afrontar los grandes compromisos con cierta naturalidad.

Es una preparación personal e íntima, asegura, sin ayuda de expertos más allá de los comentarios e intercambio de experiencias con la cuadrilla, conversaciones, me sigue contando, de las que salen conclusiones interesantes. En cualquier caso, no existe una fórmula mágica que garantice nada y coincidimos en que no es fácil, en realidad no hay nada fácil en el toreo.

-En ocasiones he ido tan convencido de que iba a llegar el triunfo, con tanta seguridad, que cuando he visto que el toro no me estaba dando las opciones que esperaba me he venido abajo mentalmente. Yo lo he notado mucho y se me ha notado también. Eso es algo para lo que debo prepararme porque cuando ocurre te vienes abajo y todo va a peor.

-¿Hay nervios en vísperas tan importantes?

-Claro, nervios, preocupación, inquietud… estos días te encuentras extraño. Con un nerviosismo que a veces te sorprende a ti mismo, que no sabes por qué hasta que te acuerdas, ¡ah! es que toreo en Madrid. El día antes o el mismo día es cuando más se nota.

-Tomo nota y mejor no te saludamos esos días.

-Depende en que contexto y en qué momento del día, pero sí, es verdad, ese día, esas horas para un torero son difíciles y ser simpático no es lo más habitual.

Las grandes citas

-Madrid y Sevilla, qué te pone más.

-Madrid me motiva mucho. Es una plaza en la que me siento muy a gusto, muy respetado y esperado, y eso me llena de motivación e ilusión. Es una plaza incomparable, el rugido de Madrid cuando cuajas un toro es algo diferente a todo lo demás.

-Sevilla te vio este año en una gran dimensión.

-Sí, por fin. Llevaba mucho tiempo soñando con poder cuajar un toro en Sevilla y ya se me estaba haciendo largo. Lo deseaba mucho y este año con ese buen toro de El Torero pude disfrutar y mostrarme como estaba queriendo hacerlo en Sevilla.

-¿Te liberó?

-En parte sí. Después de Sevilla muchos aficionados me felicitaban. Se lamentaban de que hubiese faltado tan poco para alcanzar la Puerta del Príncipe, decían que era una pena, pero lo que les digo yo es que pena ninguna, la puerta seguirá ahí y tendré ocasión de alcanzarla, ahora estoy feliz por haber cuajado ese toro en Sevilla y haberme liberado de esa tensión que traía por no haber podido entrar en la afición de Sevilla como yo quería entrar.

-Pese a todo lo que hemos hablado se te ve un tipo tranquilo.

-Lo soy. Me tomo las cosas con calma… solo que esos días de vísperas importantes uno anda más inquieto.

-¿Cómo combates los miedos?

-Como mejor puedo. Es muy difícil controlarlos. Hay que pensar en estar tranquilo y aplazar la preocupación a la plaza que es donde tienes que resolver los problemas. No es fácil. Al final pasará lo que esté predestinado para ti, es lo que piensas para intentar relajarte, pero aun así los miedos y las dudas te acechan en la habitación del hotel, ahí en la soledad es cuando peor lo paso.

-¿Ese pulso cómo se representa, cómo sucede, tiene forma?

-No tiene forma, es algo abstracto, se traduce en inquietud. A veces llega el mozo de espadas a vestirme y me pregunta qué he hecho y le digo pues mira me he tumbado en la cama, me he sentado en la silla, me he sentado en la mesa, me he asomado a la ventana… no he parado. Es así, ahora calientas, ahora estiras, ahora te tumbas, ahora te sientas… son ratos que se hacen largos

-Y llegas a la plaza y clic, todo cambia.

-Antes, antes, cuando comienzo a enfundarme el vestido comienzo a relajarme y cuando llego a la plaza, el cariño de los aficionados, la ilusión con la que vienen a verte hace que te vengas arriba.

-Y luego sale el toro.

-Cuando estás delante es cuando menos pasas, cuando más controlada tienes la situación. Estás pensando lo que debes hacer, las condiciones que le ves al toro, se impone la inmediatez, la urgencia y tomas decisiones sobre lo que tienes que hacer…y es cuando menos dudas tienes y menos sientes el miedo porque el miedo, sabes, aparece con las dudas y antes de ir a la plaza es cuando más dudas te surgen.

-Ahí como decía el maestro Manzanares es cuando te acuerdas de lo que debías haber hecho y no has hecho…

-Eso decía, que se acordaba que tenía que haber entrenado media horita más cada día, pero yo no he tenido nunca esa sensación. Creo que si la tuviese me hundiría. Así que, aunque a lo mejor no he entrenado lo suficiente intento pensar que sí.

-¿Hay señales buenas en esos momentos o solo hay señales chungas?

-Hay de todos los signos. Señales positivas que te hacen percibir que la tarde te viene de cara y tú te vienes arriba y, al contrario, también hay señales negativas. Ya sabes cómo somos los toreros, ves pasar por el patio de cuadrillas una persona de esas que dicen que tiene mal bajío y te mosqueas. Hay muchas señales y demasiado caso les hacemos.

-Eso son supersticiones.

-Sí, claro, todos sabemos que no debemos hacerles caso, pero… luego sale el toro y pasa lo que tiene que pasar.

-Eso se supera, entiendo, con eso tan etéreo que llamamos valor, que unos días está y otros desaparece, porque qué es el valor.

-El valor es superar todas esas adversidades que te pasan por la cabeza, superar el miedo, superar las señales malas que te llegan antes de que salga el toro… Ser capaz de superar todo eso, ponerte delante del toro, jugarte la vida y hacerlo con actitud y de forma positiva, es lo que es el valor en sí.

 

El lenguaje de las luces

Se declara casero, aunque los días que hay que celebrar algo importante es el primero en querer salir a celebrarlo y disfrutar. Charlamos de la visita invernal al sastre, un buen termómetro de los ánimos de los toreros. Te indica, coincidimos, si estás con moral, si hay perspectivas, si hay caudales, pasta suficiente porque la cuestión se ha puesto por las nubes, si cuidas la liturgia, hasta si andas de vuelta, que no es el caso ni mucho menos en quien está creciendo como Ginés, cada año un paso más, cada año más cerca del objetivo. Este año, me cuenta, se ha encargado cuatro vestidos y un capote de paseo. Cada año estrena un capote de lujo que acaba formando parte de una colección personal preciosa que va reuniendo y que a mayor gloria le permite ir combinando el lujoso embozo con los diversos colores de los ternos y a eso se le llama gusto, buen gusto, que es otra señal de qué clase de torero se es, lo mismo que el presentarse en la puerta de cuadrillas bien liado, arte que algunos confunden con enrollarse el capote no se sabe cómo, circunstancia que no es el caso, pero estábamos en la visita al sastre, y le preguntaba si había este año algún detalle singular, por la ilusión que le generaba.

-A mí mucha. De singular tiene la ilusión que cada uno ha depositado en el año siguiente. Voy con ideas de colores e ideas distintas…

-No eres nada extravagante, al menos no se aprecia, digamos que como reflejo de tu estilo.

-No soy extravagante, no.

-¿Cuál es el color que no te pondrías nunca?

-Te diría que un amarillo. Pero no te digo que no me lo encargaré nunca porque a lo mejor un día se me va la pinza y me encargo uno.

-Hablemos de la temporada 2023, del Marín de las tardes clave. En Valencia no hubo suerte.

-Y me dio mucha rabia. A uno le gusta comenzar con buen pie y esa tarde no tuve opciones. En una corrida en la que hubo toros importantes no me llevé ninguno. La mala suerte me tocó a mí ese día.

 

 

-Eso se compensó en Sevilla y Madrid.

-Es verdad. En Sevilla sí tuve suerte. Me tocó un toro bueno y lo pude cuajar con la izquierda como a mí me gusta. Me mostré como quería hacerlo en Sevilla y no lo conseguía.

-Y todo seguido Madrid, esa quizá fue la tarde de más mérito de las tres.

-Quizás. Ahí jugó un papel importante la mente. Era una tarde en la que todo estaba un poco en declive, diría que a la contra. El que no estaba aburrido estaba enfadado y en tardes así darle la vuelta a la tortilla es muy difícil y más si estás ante el último toro de la tarde al que en principio no le ves muchas condiciones buenas, pero me intenté agarrar a ellas, a las buenas, y salió cara.

-¿Qué tenía de bueno?… ¿qué le veías al toro?

-Tenía movilidad y obediencia. Luego afortunadamente aguantó lo justo y pude disfrutar la faena que creo que fue muy elaborada y muy pensada. La compensación fue volver a sentir esos oles de Madrid, tan rotundos, tan envolventes. Me llenaron de satisfacción.

-Hay que ver las cosas tan bonitas que decían de ti las crónicas ese mismo día y el siguiente, pero como dices que no las lees entiendo que te las perdiste.

-Es verdad, pero me las han contado.

-Es decir, que sigues empeñado en no leer ni las buenas.

-Sí, porque si no tengo que leer también las malas. Y si solo leo las buenas me vengo demasiado arriba… Me han contado que me pusieron bastante bien y es de agradecer que te valoren, pero quien mejor sabe cómo ha estado es uno mismo. Y el otro día en Madrid a nivel particular tuve muy buenas sensaciones.

-Hablemos de los despachos… qué te parecen. ¿Son justos o son unos cabrones?, si se admite el término.

-Siempre hubo injusticias y las seguirá habiendo, pero esa realidad no debe aminorar la fuerza moral de uno, al contrario, debe motivar y hacerte crecer como torero, hacerte más fuerte ante las adversidades. Estoy tranquilo porque todos los toreros han sufrido injusticias. Para ser figura del toreo hay que pasar por trances duros y ese es uno de ellos.

-¿Tú cómo lo llevas?

-Digamos que tranquilo pero caliente. Me lo tomo con calma, pero lo voy guardando en la barriga.

-¿Y de ahí cómo se saca?

-La mejor forma de sacarlo es delante del toro. Cuando llegan las tardes de importancia hay que ser capaz de acordarte y sacar lo mejor de ti delante del toro a la espera de que las cosas acaben siendo como tú deseas que sean.

-¿Qué te ha dolido más: Alicante o Santander?

-Las dos, las dos. Alicante es una plaza muy bonita donde me gusta torear y donde el año pasado tuve un triunfo importante y Santander es una plaza muy especial en mi carrera que me ha dado mucho. En mi última actuación maté seis toros y corté cinco orejas, eso creo que dice mucho de mi compromiso con esa plaza y de lo especial que es para mí. Me ha dolido bastante no estar, pero tengo la tranquilidad de que volveré a las dos plazas.

-Salen los carteles, no te ves anunciado a pesar de que se daba por hecho y hasta se te había dado la palabra… ¿Qué haces, te vas dónde?

-Me voy a entrenar para combatir esas sensaciones.

-¿Esos demonios?

-También. Me ha dado mucha pena. Por mí y por la afición que también sufre esos entramados de los despachos y es quien menos se lo merece. Da rabia. Ahora hay que mantenerse fuerte.

-¿Te has sentido ninguneado, marginado?

-No he llegado a tener esa sensación. Sí me he sentido en alguna ocasión apartado por otros toreros que a lo mejor no han querido compartir cartel conmigo o dicho de otra forma, han preferido compartirlo con otros toreros. En eso sí me he podido sentir apartado, pero no menospreciado, en realidad me siento bastante valorado por los profesionales y por los aficionados.

-En la anterior entrevista me decías que el toreo puro es el mejor abrelatas, la mejor arma para abrir puertas. ¿Lo sigues pensando?

-Sí. Esa es mi apuesta. Yo sigo insistiendo en crecer cada día bajo un concepto de pureza y clasicismo, y poco a poco se me van abriendo puertas y caminos. Confío mucho en la pureza, tanto en el toreo como en la forma de caminar por la vida.

-Recuérdame qué es la pureza en el toreo que me gustó mucho cómo me la definiste entonces.

-Me pillarías inspirado.

-Insisto.

-Pureza es la verdad absoluta, ser capaz de mostrarte desnudo delante del toro y del público y mostrar tus sentimientos y tus emociones tal y como las sientes en esos momentos. La pureza no es siempre estar con la pata adelante, cargando la suerte y pasándote el toro cerca. Pureza también puede ser echarte de cabeza al callejón

-Te sigues echando las culpas mayores cuando las cosas no salen, sigues siendo autocrítico.

-Soy bastante autocrítico. No me gusta echar balones fuera cuando las cosas no salen. Está claro que la suerte te tiene que acompañar un poco, pero no me gusta ni se debe dejar todo en manos de la suerte y pensar que todo depende de eso. La suerte también se busca, se lucha y se pelea. Intento ser autocrítico incluso cuando las cosas salen bien. Hay veces que veo las imágenes y a lo mejor no me gusta tanto como creía e intento corregir cosas que no debía haber hecho o cosas que sí debía haber hecho y no hice.

-Las imágenes son engañosas, son un trampantojo. Lo bueno parece menos bueno y lo malo siempre te parece menos malo, te ves y te dices pues no ha estado tan mal.

-Es verdad. Las sensaciones del momento, que es lo importante del toreo, la emoción del directo se pierde en las grabaciones. En la frialdad de la técnica, se pierde la emoción, desaparecen las sensaciones que has experimentado y todo cambia mucho, pero ayuda a corregir.

 

Aquellos sueños

-¿Esto es como lo habías soñado?

-¡Uf!… verás…-y hace una pausa-.Delante del toro, sí, incluso es más bonito aún que lo soñado. Las sensaciones que se pueden llegar a vivir en una plaza de toros superan todo lo que has podido imaginar de niño, pero fuera del ruedo no se alcanzan las expectativas que uno imagina desde la inocencia de un niño cuando decide ser torero.

-¿Qué se impone a qué, qué pesa más?

-Hay un equilibrio.

-¿No has llegado a pensar si lo sé no vengo?

-No, desde luego que no. Cuando salen las cosas bien delante del toro y el público valora lo que haces, olvidas todos los sinsabores y sufrimientos. Es una sensación muy potente, cuando las cosas salen redondas en plazas como Madrid o Sevilla te compensa todo, compensa esfuerzos, sinsabores, injusticias y te da igual todo lo que has pasado y todo lo que esté por pasar, solo te importa lo que has vivido ese día.

-¿Cuál es la sensación que genera el triunfo?… ¿De compensación personal, de decirte lo he logrado, de poder sobre el auditorio… algo así como os tengo a un clip, en pie, entregados a mi gestualidad? …

-De satisfacción personal, también de felicidad compartida. Cuando haces una faena grande de verdad te sientes feliz y a la vez haces feliz a la gente que en realidad es el cometido del artista, crear emociones en el público. ¡Uf!… Cuando veo a la gente emocionada, celebrando tu triunfo la mayoría de ellos sin conocerte personalmente, a mí me embarga la felicidad. Y también es una sensación de plenitud, entras en un estado de plenitud.

-¿Crees en el compañerismo entre toreros?… porque tanto reivindicar competencias descarnadas, tanto azuzar el enfrentamiento entre los toreros a lo mejor…

-Hay compañerismo en la plaza, sobre todo cuando nos coge un toro. En esas situaciones el compañerismo surge innato, por mucha rivalidad que exista, por mucho mal rollo que haya, siempre se impone el compañerismo. Pero más allá de eso la rivalidad y el pique existe y se impone, nos miramos con distancia.

-¿Después de lo que entiendo que habrás sufrido en carne propia serías capaz de decir ese no torea, con ese no toreo… o prefiero torear con aquel otro?

-El prefiero torear con aquel otro lo hacen todos los que tienen fuerza para hacerlo y no te voy a decir que si yo tuviese esa fuerza no lo haría porque seguramente… Uno es figura del toreo para tener la potestad de decir qué torea, cuándo torea y con quién torea. Lo que no me gusta es el veto a un torero por capricho personal o por cualquier otra circunstancia. Siempre debe primar el interés de la tauromaquia y del público, y si un torero se ha ganado estar en un cartel eso debe estar por encima de todo.

-En esas circunstancias todo depende de que seas yunque o martillo.

-En las carreras de todos los toreros hay épocas en las que toca aguantar, no digo acachar la cabeza, pero sí aguantar y trabajar, seguir insistiendo. Luego cuando seas martillo tendrás la potestad de elegir carteles, ganadería, día… y eso es muy bonito, es el fruto de todos los esfuerzos y dificultades por las que has tenido que pasar.

-En ese estatus supremo se puede ser generoso, supongo.

-Claro. Debe de ser muy bonito llegar a la cumbre y ser generoso y buena persona que es algo que debe ir siempre con uno. Seas martillo o seas yunque uno debe ser buena persona y portarse bien con los demás. Eso es lo que yo intento llevar a cabo porque los éxitos en ocasiones nos hacen quitar los pies del suelo y es importante mantenerlos.

 

Fiel espada triunfadora

-Con la espada eres un as, para muchos el número uno… No sé si eres consciente de ello, si compartes esa idea.

-Yo agradezco mucho todos los reconocimientos y piropos que me echan por mi forma de ejecutar la suerte suprema y es verdad que me encuentro muy seguro, pero no me relajo nada porque es una suerte que hoy tienes cogido el aire y de un momento a otro lo pierdes y no eres capaz de matar un toro en condiciones. Es una suerte que hay que estar siempre entrenando y teniéndola en la cabeza porque en cualquier momento…

-Pensé que esa cualidad de gran estoqueador era innata, como si hubieses nacido aprendido…

-No, no nací con una espada debajo del brazo. Es una suerte que como otras hay que preparar, dedicarle muchas horas y perfeccionarla. Cada uno tiene su forma de ejecutarla y yo me he fijado siempre en los matadores más puros e intento seguir sus formas. Despacio y con pureza, esa es la idea.

-¿Quién ha sido tu estoqueador de referencia?

-El referente perfecto para un torero que quiera matar los toros bien es Paco Camino, en realidad el maestro es un referente para todas las suertes del toreo, para lo que entendemos como un torero completo.

-Tengo entendido que tienes buena relación con él, que en ocasiones ha manifestado su reconocimiento hacia ti.

-Sí, he tenido la ocasión de compartir jornadas de campo y sobremesas con él y que el maestro me muestre su cariño y su fe en mi forma de torear me llena mucho y me sonroja también.

-¿A estas alturas de la carrera uno tiene ídolos en su profesión?

-Claro, para mí el maestro es un ídolo y un referente. No he tenido la suerte de verle en la plaza, pero por las imágenes que he visto y he podido estudiar para mí el toreo es Paco Camino.

-Él fue un talento en la plaza, la cabeza de Camino marcaba la diferencia. Tú, me decías, les das también mucha importancia a la cabeza.

-Toda la importancia. La cabeza es fundamental para todo en la vida y para ser torero mucho más. Delante del toro necesitas tener una capacidad de reacción inmediata. En milésimas de segundo tienes que tomar decisiones y hay que hacerlo teniendo tu vida en juego. Pensar en esas circunstancias y tocar las teclas adecuadas, es fundamental y eso depende de la cabeza, del talento.

 

-¿Qué le pides a un toro?

-Al toro no hay que pedirle nada. El toro entrega su vida que es lo máximo que tiene uno y lo que hay que hacer es corresponderle dándole lo mejor de ti. Y si tienes la fortuna de que te salga el toro que además de su vida te entrega veinte o treinta arrancadas de las que uno sueña, hay que estarle eternamente agradecido. Un toro no tiene obligación de darte nada y cuando te lo da no lo puedes olvidar, eso se te queda para los restos.

-¿En qué te fijas cuando aparece?

-En todo y en nada concreto. Lo miras cómo es morfológicamente cuando sale, su postura, la forma de galopar o si no galopa, cómo remata y a qué altura lo hace y lo vas procesando, comienzas a funcionar o debes comenzar a funcionar como un ordenador de última generación.

-Y las miradas, supongo, no me has nombrado la mirada del toro.

-Eso es muy importante. Es tal la fijación que tenemos en la mirada del toro que en realidad si tiene algún problema de visión es lo primero que detectamos.

-Alguno tendrá una forma de mirar más inquietante que otros.

-Hay momentos en que estás delante de un toro malo y le ves una mirada agresiva, te transmite que te quiere coger. Con la mirada te está diciendo que como te coja te va a hacer mucho daño y eso cala en uno, claro. Hay miradas que lo dicen todo.

-Habrá también miradas bondadosas.

-También las hay, afortunadamente, miradas bondadosas y de entrega. Miradas que conmueven. Ver un toro del que no cabe esperar nada porque al fin y al cabo son animales bravos y ver esa entrega a tu muleta es conmovedor, esa sensación no la olvidas.

-Habrá alguno que no olvides, por lo contrario

-Varios, pero no te los voy a nombrar por no señalar a los ganaderos porque a cualquiera le puede salir un toro malo, pero sí los hay de esos que no se te olvidan por el mal rato que te hicieron pasar.

-En esas mismas ganaderías también te habrá salido alguno de los que te quedan grabados en la memoria por lo contrario.

-Pero tampoco te los voy a decir para no descubrir a los otros.

-Lo suponía. Talento Marín.

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