Con veinte pases de una categoría máxima, cuerpo encajado en natural torería, media docena de ellos de una profundidad y reducción máxima a un toro de gran calidad de Alcurrucén bastó para que Madrid se partiera el cuerpo y el alma. Ginés Marín sale hoy de la plaza de toros de Las Ventas lanzado tras su mejor año. 

Corto de manos, con gran cuello y cara acapachada en sienes estrechas, el salpicado sexto tuvo una clase enorme en una duración suficiente. Suelto y huido del caballo, con el celo escondido, metió siempre muy bien la cara en los capotes. La tanda inicial en los terrenos ideales, fuera de la segunda raya fue de dar celo paralelo a tablas y por el pitón derecho. Logrado el objetivo superfluo, un toreo de cite suave en enganche, el trazo hasta debajo de la pala del pitón y el cuerpo anclado para reducir en muletazos muy largos y hacia dentro con la mano izquierda. Madrid crujió en un natural tras cambiarse la muleta por la espalda que duró toda la corrida. Así siguió Ginés Marín manteniendo la faena arriba con ese toreo de los privilegiados hasta un espadazo hasta las cintas.

Hubo un toro que, aunque de manos algo altas y alto de cruz fue de calidad, manoseando de salida, frío, con un toreo de capa superior de Ginés, un quite de baile a compás de Morante por chicuelinas, al que el extremeño  respondió con atrevimiento y fe, por el mismo palo y de forma excelente. Dio la impresión de que el inicio de faena a un toro de calidad, pero barruntando poca duración, no fue el conveniente. Cuando le estaba cogiendo distancia y ritmo, el toro comenzó a echar el cierre, pero Ginés ya había entrado en la tarde de forma contundente.