El palco deja en una oreja el triunfo de Ginés Marín en San Sebastián
El toreo cuajado y sabio de Ginés Marín debió haber cortado dos orejas
Ginés Marín sorteó un segundo armónico y bien hecho, pero bien presentado, que resultó manejable y obediente en los engaños. El extremeño, que ya se lució con el percal, firmó después un trasteo de buen trazo en el que pudo lucir su habitual buen embroque. Lo toreó con largura y temple en muletazos que, sobre todo, alcanzaron gran dimensión por el pitón derecho. Se volcó en el morrillo y hundió el acero en el sitio, demostrando el momento dulce que atesora con la espada. Oreja con petición de la segunda.
El quinto fue un animal por definir en los primeros tercios, pero que, en el último tercio, tuvo un pitón derecho manejable que, Ginés Marín aprovechó toreando con encaje en redondo. Más corto por el izquierdo, el extremeño quiso también arañar buenos naturales pese a esas mayores dificultades. Y, de uno en uno, haciendo un esfuerzo grande, lo logró. Tenía la oreja en su mano, pero la espada tendida tardó en surtir efecto. Hubo petición, pero el palco no la atendió y dio una vuelta al ruedo.
Resultado artístico
primer toro
oreja
segundo toro
vuelta al ruedo tras petición
La tarde en imágenes
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