Ginés Marín | Web oficial

26 de Julio de 2022

Triunfal encerrona de Ginés Marín en Santander

Ginés Marín cuajó una tarde redonda propia de un torero cuajado. En el momento idóneo para encerrarse con seis toros y, además, en una plaza como Santander.

El diestro extremeño cuajó una de las tardes de su carrera por su capacidad, su dominio en los terrenos y en las altura, y por saber administrar en cada momento lo que pidió cada astado con una cabeza muy despejada y fresca. Como si de una tarde cualquiera se tratara, Ginés Marín mató seis toros y paseó cinco orejas. Y cómo los mató. Recreándose en unos perfectos volapiés. Cuatro, al primer intento. Aunque la faena de mayor toreo llegó con el buen toro de Juan Pedro Domecq, las dos orejas cayeron en el sexto. Entremedias, una tarde de un torero cuajado en su plena madurez. 

El mejor toreo de Ginés Marín llegaría en el cuarto, un toro de Juan Pedro Domecq fino de cabos, de lomo recto, con cuello y acodado de pitones, pero con las puntas mirando hacia arriba, lo que le otorgaba un plus de seriedad. Lo recibió a éste el extremeño de una larga cambiada con las dos rodillas en tierra. El astado sevillano, que comenzó la faena de muleta con una embestida recta, sin salirse de los vuelos, se entregó cuando Ginés Marín lo llevó dominado y rompió hacia adelante y a mejor en su fondo de bravura. Las cuatro tandas finales de Ginés Marín armaron una gran faena, con los muletazos siempre buscando la línea curva, la flexibilidad del astado frente al eje inmóvil del toreo. Al natural, se rompió el extremeño, totalmente de frente, con la pata para adelante, dibujando perfectos trazos rematados siempre detrás de la cadera con la mano baja. Dejó un espadazo y solo el fallo con la puntilla por parte del tercero enfrió a un público que sorpresivamente no pidió las dos orejas. Pero sí fue concedida una. 

Ginés Marín paseó las dos orejas del toro de El Parralejo -con menos expresión y remate que sus hermanos- que hizo sexto. Tuvo el astado su principal virtud en la movilidad, aunque vino ligada a una falta de humillación y clase. Con un toreo en sazón, esa movilidad fue encauzada en tandas ligadas de forma arrebata -pues no faltaron circulares ni martinetes- que llegaron mucho al tendido. A pesar de una lesión el mano, el astado no bajó su ímpetu, como tampoco lo hizo Ginés Marín. Tras una estocada, paseó las dos orejas. 

De altos quilates resultó el toreo de capa de Ginés Marín a lo largo de la tarde, especialmente, en el toreo a la verónica como en el saludo al tercero, un astado de preciosas hechuras de Pallarés que aunque tuvo ritmo y clase en las primeras series, se vino pronto abajo. En parte, por su excesivo remate, casi acochinado. Dos tandas sobre la diestra tuvieron mucho ritmo y son. Siempre por abajo toro y torero. Sin embargo, el toro, aunque con buen embroque, fue perdiendo inercias, recorrido y celo. Como la faena fue rematada de otra gran estocada, paseó una oreja a un toro que con mayor fondo hubiera sido de nota alta. 

Abrió plaza un toro de Domingo Hernández que siempre marcó querencia hacia los adentros. Listo y hábil Ginés Marín aprovechó esos terrenos, sobre todo, en los remates por abajo al final de las tandas y de la faena para acabar siempre el diapasón de las tandas en alto al conseguir ligar varios muletazos. Esta vez, la espada le impidió pasear alguna oreja. El segundo, de Jandilla, fue medido en su raza y por tanto resultó difícil la ligazón, mientras que el toro de Antonio Bañuelos exigió emplearse a Ginés Marín en fondo cuajando la faena más meritoria de un torero que cuajó en Santander en un momento idóneo una tarde redonda de un torero cuajado.  

Resultado artístico

primer toro

ovación

segundo toro

oreja

tercer toro

oreja

cuarto toro

oreja

quinto toro

ovación

sexto toro

dos orejas

La tarde en imágenes

Video Resumen

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