Ginés Marín, oreja en el cierre de San Miguel
Una faena seria, de encaje y exposición, de crecer y creer de Ginés Marín a un toro enrazado.
Toro de raza, fuerte, de muy buen pitón derecho si se le exponía y se ponía. Y eso hizo Ginés Marín, ligándole dos tandas con la mano derecha de emoción superior pues el toro siempre pidió carnet. Más en las afueras, donde el viento a veces molestaba lo suyo.
Más cuando el toro se vino por dentro por el pitón izquierdo, exigiendo precisión en distancia y en cites. En echar la moneda. Fue tras una tanda superior en mando, el trazo por debajo de la pala del pitón y el dominio en superior reunión, intenso todo, cuando el público se vino de donde estaba, allá lejos, para comenzar a rugir los olés que merecía aquello. Fue perdiendo el toro ese ímpetu por tan bien podido, que las siguientes fueron más despaciosas, rediciendo la embestida, con un final muy torero rodilla flexionada antes de estocada corta arriba. Porque el toro se levantó, porque no entró del todo el acero (la estocada puede ser superior sin estar enterrado del todo) la cosa quedó en oreja. Le dio poco el quinto, muy desordenado en su movilidad, caótico sin remedio por el pitón izquierdo y admitiendo dos tandas de buen trazo con la mano derecha. Ginés dio un buen paso hacia adelante en Sevilla.
Resultado artístico
primer toro
OREJA
segundo toro
SILENCIO
La tarde en imágenes
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