El tercero fue el peor toro con diferencia. Salió al ruedo antes de que el operario enseña la tablilla se metiera en el callejón aunque afortunadamente no hubo males que lamentar. Salió agarrado al piso sin soltarse en los vuelos del capote. Admitió una buena tanda con la mano derecha a Ginés Marín, pero luego se puso imposible, muy complicado, moviéndose sobre las manos, echando la cara arriba y el cuerpo y queriéndose ir y que desarrolló genio. Muy inteligente y valiente estuvo Ginés, que perdió una oreja tras fallar con los aceros.

El sexto fue el toro de más peso, 590 kilos, un toro colorado y como toda la corrida, acusó la edad de cinqueño. Para sacarle el fondo había que tragarle. Mejoró después de un puyazo. Ceñido quite por chicuelinas de Ginés Marín. El inicio de faena fue fundamental al doblarse con él tirando de él hacia delante prolongando las embestidas. Y sobre todo fue muy complicado por el pitón derecho, aceptando mejor la muleta por el derecho, consintiéndole mucho porque venía como dormido y había que esperar a que metiera la cara en la muleta para tirar de él. La faena tuvo bastante consistencia por ese pitón aunque fue a menos. Lo pasaportó de estocada casi entera arriba y cortó una oreja tras aviso.