Reaparecía diez días después de la cornada sufrida en su primera comparecencia en el ciclo isidril.
Ginés Marín se lleva el recuerdo de una fenomenal ovación al romper el paseíllo por regresar tan pronto al lugar de su grave percance. Su primero, un castaño fino de cabo y pitones y de buen tipo, no podía con su alma. Laboriosa lidia y ningún muletazo en su debilidad y raza justa. El que cerró plaza fue un tío con barbas que anunciaba una movilidad fuerte hasta la segunda tanda. De ahí, pasó a embestir recto y con clase sin que hubiera posibilidad de ligazón y mejor lucimiento. Hizo el esfuerzo el torero, realizando lo mejor al natural a un toro que sí se movió, pero siempre sin seguir la tela si no era para irse. A los dos, los mandó con tino al tiro de mulillas.
Resultado artístico
primer toro
sin opciones
segundo toro
ovación
La tarde en imágenes
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